Museo Guggenheim

Helsinki
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    MISIÓN
    CONCURSO

En el país de los lagos, una delicada or de lakka echa raíces en el puerto de Helsinki. Ésta muestra elegantemente sus pétalos blancos junto al mar Báltico, cerca del parque Tähtitorni. Viniendo del parque llegamos por una pasarela ligera y espectacular. Al pasearnos por el muelle, si llegamos desde el centro de la ciudad, el museo aparece insertado en los muelles. No es más alto que los inmuebles vecinos de la Avenida Eteläranta. Combina tres materiales: cemento de bra blanca, una base en madera y grandes bastidores de vidrio. No podemos decir que el edi cio de la impresión de haber estado siempre allí. Al contrario, su presencia parece un poco incongruente, pero al mismo tiempo familiar. Esta sensación paradójica se explica por la asociación de una forma extraña -esta « or» impresionante- con un diseño bastante familiar para los neses en su estilo y enfoque. De hecho estas curvas suaves, grabadas profundamente, recuerdan a todos numerosos objetos famosos diseñados por artistas nlandeses.

FUERA
Para llegar al museo hay que pasar a lo largo de las dársenas portuarias, las antiguas así como las nuevas, creadas en continuidad de las existentes, o bien atravesar un jardín, al borde del muelle, donde pequeñas colinas plantadas delimitan los caminos curvos hacia la entrada.
La or de lakka -el museo- descansa sobre una base hecha de un listón libre de madera que crea en su movimiento los muros y las aperturas. Por encima, los pétalos están hechos de hormigón armado de bras perforado y de un blanco puro. Hacia el mar la or se abre ampliamente por un muro de vidrio que ofrece un amplio panorama sobre el puerto y las islas.

DENTRO
Una vez dentro del edi cio, si bien la atmósfera da continuidad claramente a las curvas suaves de las fachadas exteriores, una diferencia importante tiene lugar: todos los muros y techos están hechos de curvas de madera lijada namente, dando la impresión de encontrarse en un barco y creando una sensación agradable. Éste es el corazón del museo, el gran atrio. Éste alberga todos los servicios para los visitantes: el bar, el restaurante, la tienda, la taquilla, así como las instalaciones artísticas temporales. Este atrio es un eco sutil y un homenaje al museo Guggenheim original. Todas las salas de exposiciones se encuentran en la primera planta a la que llegamos por las escaleras mecánicas o por medio del ascensor panorámico que está rodeado por la espiral de la escalera. Juntos, la escalera y el ascensor crean en el volumen del atrio un movimiento espectacular, una espiral ascendente hecha de madera: se trata de nuevo de referencias discretas a una obra maestra de la arquitectura muy conocida…

POR ENCIMA DE NUESTRAS CABEZAS
La cristalera del atrio está inspirada en la forma de un copo de nieve. Una nube de acero inoxidable está dispuesta en su centro re ejando en todas direcciones las imágenes de los visitantes al tiempo que protege el atrio de la luz cenital.