El mercado Saint-Germain fue considerado en el momento de su construcción, en 1817, como el mercado parisino más hermoso. Es obra de Jean-Baptiste Blondel y de Adrien-Louis Lusson. Este edi cio disponía inicialmente de un patio central muy hermoso. Este fue cubierto en 1860. Nuevas con guraciones se instalaron poco a poco en el edi cio hasta desnaturalizarlo por completo. De 1989 a 1995 bajo la dirección de Olivier-Clément Cacoub, el mercado fue destruido por completo y reconstruido con un aspecto idéntico al proyecto de Blondel exceptuando el patio…
El edi cio actual es por tanto una copia del antiguo.

En un demoledor artículo publicado el 17 de febrero de 1996 en Libération, Sybille Vincendon fustiga al mismo tiempo el principio de esta reconstrucción y la mala calidad de las nuevas obras: «Por otra parte ¿se fundirá el mercado con su entorno? Es dudoso. La contaminación no será de ninguna ayuda para eliminar las salidas de emergencia, las rampas de los parkings, las entradas de la guardería o del conservatorio, todo tratado de la manera más estándar con aquello que la industria de puertas y ventanas reparte de la forma más pesadamente banal. Los ajustes necesarios a la vida moderna se enmarcan en marcos marrones de una presencia obsesiva, el parking comienza a nivel de calle con azulejos de cuarto de baño sin que medie una transición entre el exterior y el adentro, y las partes traseras revelan acabados chapuceros». Unos veinte años más tarde estamos viviendo una situación extraña al diseñar este proyecto: en relación a nuestros interlocutores de los servicios de la ciudad o de la Comisión del Viejo París, todo ocurre como si se tratase de un edi cio antiguo, casi un edi cio histórico y todos esperan de nosotros que seamos extremadamente solícitos con él. ¡La copia se ha convertido en el original! Así la predicción de Sybille Vincendon no se ha cumplido verdaderamente, incluso si, por otra parte, los defectos de realización del proyecto de reconstrucción no han sido solucionados. En realidad, estos defectos son considerados hoy como «el proyecto de 1995» que continúa suscitando el oprobio pero como si no fuera más que un desafortunado añadido a un mercado por otro lado soberbio… Esto abre una re exión sobre la naturaleza del monumento que François Choay ha profundizado en su libro «la Alegoría del Patrimonio (o el patrimonio en cuestiones a veri car)». En él evoca la percepción japonesa del monumento, templo perpetuamente reconstruido de nuevo sobre el mismo… Pero siempre habitado por la memoria de aquello que es un signo destinado a hacernos recordar. En ese papel que vienen a desempeñar algunos edi cios, como es visiblemente el caso del Mercado Saint-Germain, lo verdadero y lo falso se diluyen puesto que esa diferencia no importa más cuando lo que está en juego es hablarnos de un nosotros enterrado que no desaparece.